Métodos de enseñanza de Lectura Inicial

El Método Matte

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El Método Matte fue diseñado por Claudio Matte (profesor y ex rector de la Universidad de Chile) en el año 1884. Viajando  por Alemania, se asombró por la forma en que allá se enseñaba a leer, en donde se mezclaban diversas técnicas. Se convenció de que esto se podía adaptar a nuestro país y, sobre todo, a la lengua hispana. Hoy en día, el Método se utiliza preferentemente en colegios de excelencia como los de la red SIP (Sociedad de Instrucción Primaria).

Chile, actualmente, no tiene un método específico para enseñar a leer. Comúnmente las escuelas municipales y subvencionadas utilizan el texto que entrega el Mineduc, por lo que los profesores deben aplicar las técnicas que trae el libro, las que pueden cambiar cada año. “

Esta situación es negativa ya que los profesores no pueden perfeccionarse en un método

para dominarlo y sacarle el máximo provecho”, señala Flavia Larenas, docente que trabaja con Aptus Chile, corporación sin fines de lucro que busca potenciar la educación en nuestro país.

Uno de los métodos utilizados mayoritariamente en el sistema educacional es el silábico. Este parte por enseñar desde las unidades mínimas como las letras y las silabas, para luego llegar a las palabras. El problema es que es poco motivante, ya que tiende a la repetición y memorización. Otro método que se usa es el analítico, en el cual se parte por enseñar las palabras completas, para llegar después a las letras por si solas.

El Método Matte, también conocido como Silabario del ojo, por la primera palabra que enseña, puede ser descrito de forma simple como una fusión de las técnicas que normalmente se utilizan en nuestro país para la enseñanza de la lectura. Es por un lado fonético ya que enseña sólo el sonido de las letras, sin tomar en cuenta los nombres de estas. También es analítico, por cómo se descomponen y analizan las palabras dándole sentido a cada una. De esta manera se satisface la curiosidad de los alumnos y se evita caer en la monotonía.

“El método es muy estructurado y secuenciado, va de lo más simple a lo más complejo, respeta los ritmos de aprendizaje de los alumnos, permite detectar tempranamente posibles dificultades o trastornos de aprendizaje permitiendo buscar las soluciones. Fomenta la lectura fluida y evita el silabeo, logra correcta pronunciación, calidad en la escritura y buena ortografía”, asegura Flavia Larenas.

Uno de los puntos más relevantes es que con el Método Matte se acortan los tiempos de aprendizaje, los niños pueden formar palabras y frases significativas en tres meses y leer con fluidez en cinco. Después de un año escolar, el 78% de los alumnos logra tener un nivel rápido de lectura. Si bien depende siempre de cada niño, las técnicas utilizadas más comúnmente tardan alrededor de un año escolar en enseñar a leer con fluidez.

Los resultados se ven también en la satisfacción de los docentes, debido a la eficacia y la eficiencia que se obtiene con el Método Matte. “Logra dar a los profesores seguridad, al ver que los alumnos adquieren los conocimientos con precisión y sin confusiones”, asegura Paula Fones, Directora de Perfeccionamiento Docente de Aptus Chile.

Características del Método Matte:

Alumnos forman palabras y frases en corto plazo.
Palabras son cercanas a los niños y de uso diario.
Aprenden a leer y a escribir simultáneamente
Decodifican la lectura
Es fonético al enseñar los sonidos de las letras, así evitar confusiones.
Es analítico al descomponer cada palabra y analizarla.

 

 

 

El Método global

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Para superar los inconvenientes del método de aprendizaje de la lectoescritura tradicional -a grandes rasgos, consiste en aprender a reconocer las letras para luego formar palabras con ellas- las últimas leyes educativas aprobadas en España empezaron a preconizar unas nuevas técnicas de enseñanza de la lectoescritra, denominadas analíticas y que se caracterizan por partir de unidades con significado completo, ya sea una palabra o una frase. Quizá el más utilizado en nuestros colegios sea el llamado método global, que trabaja con palabras apoyándose en las imágenes que las identifiquen para que el niño comprenda el concepto desde el principio. Este sistema tiene la ventaja de que permite comenzar la enseñanza de la lectura y la escritura a partir de los 3 años. Para ello, los profesores llenan la clase de carteles con palabras –el nombre de cada alumno escrito en su mesa y en su perchero, el nombre identificativo de cada objeto del aula, el título de los dibujos que han realizado los niños y que están colgados en las paredes…– que tengan relación con el mundo de los pequeños. Así, gracias a su memoria visual, los niños reconocen letras, incluso frases –¿a qué tu hijo leecon soltura Coca-Cola en la lata de refresco?–, y las relacionan con las imágenes. Si el pequeño ve una palabra escrita debajo de un dibujo del sol, sabe de qué palabra se trata, aunque no sepa qué letras son la /s/, la /o/ y la /l/”.

Tras muchas repeticiones, los niños ya están preparados para leer frases o, incluso, textos con esas palabras aprendidas. El resto de los elementos de la oración, como los verbos, los reconocen por deducción, a través de las relaciones que existen entre todos los componentes de la frase. De esta forma, los niños aprenden por curiosidad y por comprensión y entienden perfectamente lo que leen. Es un método más natural, porque sigue el mismo proceso que el aprendizaje del lenguaje, que se basa en repetir las palabras que oímos continuamente. Además, el niño se siente interesado por aquello que tiene sentido, lo que le ayuda a tener una lectura más fluida y comprensiva desde el principio.

No sin inconvenientes

El sistema global también presenta algunos problemas, fundamentalmente las faltas de ortografía. Las críticas van más allá: algunos expertos apuntan a que podría ser el origen de ciertos casos de dislexia. Como tanto el método tradicional como el global tienen ventajas e inconvenientes, en los últimos años, muchos colegios han empezado a implantar métodos mixtos que recogen lo mejor de ambos.

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Asesoramiento: Gema Aguado profesora de Educación Infantil y especialista en pedagogía.

 

 

 

El Método Fonético

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Se considera que fue Blas Pasal el padre de este método; se dice que al preguntarle su Hermana Jacqueline Pascal como se podía facilitar el aprendizaje de la lectoescritura en los niños recomendó. Hacer pronunciar a los niños sólo las vocales y los diptongos, pero no las consonantes, que no debe hacérseles pronunciar si no en las diversas combinaciones que tienen con las mismas vocales o diptongos en la sílaba o en la palabra. Esto implicaba eliminar el nombre de cada grafía y enfatizar su punto de articulación. Otro pedagogo a quien se le reconoce como el padre del método fonético es Juan Amos Comenio, en (1658) publico en libro Orbis Pictus (el mundo en imágenes). En él presenta un abecedario ilustrado que contenía dibujos de personas y animales produciendo sonidos onomatopéyicos. Así dibujó de una oveja y seguidamente dice: la oveja bala bé, é é, Bd. Con este aporta, Juan Amós Comino contribuyó a facilitar la pronunciación de las grafías consonantes, principalmente de aquellas que no poseen sonoridad;
permitiendo que se comprendiera la ventaja de enseñar a leer produciendo el sonido de la letra y no se nombra. Proceso que sigue la aplicación del método fonético o fónico:

1. Se enseñan las letras vocales mediante su sonido utilizando láminas con figuras que inicien con la letras estudiada.
2. La lectura se va atendiendo simultáneamente con la escritura.
3. Se enseña cada consonante por su sonido, empleando la ilustración de un animal, objeto, fruta, etc. Cuyo nombre comience con la letra por enseñar, por ejemplo: para enseñar la m, una lámina que contenga una mesa; o de algo que produzca el sonido onomatopéyico de la m, el de una cabra mugiendo m… m… etc.
4. Cuando las consonantes no se pueden pronunciar solas como; c, ch, j, k, ñ, p, q, w, x, y, etc., se enseñan en sílabas combinadas con una vocal, ejemplo: chino, con la figura de un chino.
5. Cada consonante aprendida se va combinando con las cinco vocales, formando sílabas directas; ma, me, mi, mo, mu, etc.
6. Luego se combinan las sílabas conocidas para construir palabras: ejemplo: mamá, ama memo, etc.
7. Al contar con varias palabras, se construyen oraciones ejemplo: Mi mamá me ama.
8. Después de las sílabas directas se enseñan las inversas y oportunamente, las mixtas, las complejas, los diptongos y triptongos.
9. Con el ejercicio se perfecciona la lectura mecánica, luego la expresiva, atendiéndolos signos y posteriormente se atiende la comprensión.

Ventajas
1. Es más sencillo y racional que el método alfabético, evitando el deletreo.

2. Se adapta con facilidad al castellano por ser éste un idioma fonético, la escritura y la pronunciación son similares, se lee tal como esta escrito.

3. Como el enlace de los sonidos es más fácil y rápido, el alumno lee con mayor facilidad.
4. Se aumenta el tiempo disponible para orientarlo a la comprensión del lo leído.

Desventajas
1. Por ir de las partes al todo es sintético y por consiguiente está contra los procesos mentales del aprendizaje.
2. Por ir de lo desconocido (el sonido) a lo conocido (la palabra), está contra los principios didácticos.
3. Por atender los sonidos, las sílabas y el desciframiento de las palabras descuida la comprensión.
4. La repetición de los sonidos para analizar los vuelve el proceso mecánico restando con ello el valor al gusto por la lectura.
5. requiere que el profesor domine el método y prepare material de apoyo, como láminas que posean imágenes que refuercen el aprendizaje del fonema.

Es el mejor método de los denominados sintéticos dado que en el idioma Castellano la mayoría de los fonemas solamente poseen un sonido, se exceptúan los fonemas: c, g, h, q, x, y, w, éste método se presta más para la enseñanza de la lectura. Recomendaciones: el maestro puede combinar este método con otros de marcha analítica.

 

 

 

 

EL método Silábico

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Al cabo de muchos siglos aparecieron propuestas distintas de las alfabéticas. En el siglo XIX, especialmente en América Latina, surgen los métodos silábicos. Se enseña a los niños un cierto repertorio silábico; cuando lo dominan, pasan a leer palabras conformadas por las sílabas que conocen y luego siguen con frases y oraciones. El gran maestro argentino Domingo Faustino Sarmiento difundió un método silábico basado en “cantinelas”, que eran recursos nemotécnicos para que los niños pudieran aprender mejor ciertos repertorios silábicos. Una de ellas, por ejemplo, era esta: “da fe li mo nu // fe li mo nu da // li mo nu da fe //mo nu da fe li…”. Entre nosotros fue empleado  hasta mediados del siglo pasado un método basado en la siguiente secuencia: “a ma sa pa la ra ta”, que daba lugar a palabras como “masa”, “mamá” y permitía llegar a oraciones como “la mamá amasa la masa”. Luego, la secuencia variaba como “e me se pe le re te”, “i mi si pi li ri ti”, etc., en el orden de las vocales. No se necesita de más ejemplos para mostrar cómo eran los procedimientos silábicos, que parten de unidades no significativas aunque con existencia más concreta para los niños, puesto que las sílabas son fácilmente percibidas por el oído. Esa facilidad hace posible un cierto éxito en el aprendizaje, aunque los textos construidos con los repertorios silábicos que va conociendo el niño son insulsos y poco favorables para la comprensión. Ejemplos de estos textos son “mi mamá me mima”, “ese oso se asoma” o “mi papá toma té y mi tío toma mate”, con los cuales difícilmente se consigue una lectura verdadera, plena de contenido.

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El método alfabético

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Los primeros métodos empleados para la enseñanza de la lectura en el mundo occidental comenzaban por presentar las letras del alfabeto, que son unidades no significativas. Lo primero que aprende trabajosamente el estudiante son los nombres de las letras; después, sobre esa base, decodifica palabras y puede leer frases y oraciones. Así enseñaban los griegos y los romanos del mundo antiguo, así enseñaban los preceptores en las escuelas parroquiales de los tiempos modernos y así se sigue enseñando incluso en nuestros días.  De esas épocas proviene aquel precepto sombrío, “La letra entra con sangre”, que denuncia lo penoso del sistema para el niño aprendiz. En épocas recientes se emplearon varios recursos inventados para hacer menos dura la iniciación de la lectura pero a la postre inútiles: letras en relieve, cartillas ilustradas, cancioneros, dominós y otros. Una variante moderna -aunque en el fondo también alfabética- está constituida por los procedimientos fónicos, que no recurren a los nombres de las letras sino a lo que se cree son los sonidos correspondientes a las grafías.

Estas prácticas se mantuvieron por costumbre pero no llegaron a tener un sustento teórico. No hay investigadores que las respalden desde sus disciplinas; por el contrario, son formas severamente criticadas por los expertos en metodología de la lectura.

 

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